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I

Me digo radical

 

Me digo radical
porque etimológicamente busco
en la raíz de las cosas.

Me digo radical
porque poéticamente detesto
andarme por las ramas.

Me digo radical
porque estoicamente podo
las rosas y dejo las espinas.

Me digo radical
porque diariamente siembro
una semilla entre las rocas.

Me digo radical
porque periódicamente riego
con sangre las heridas.

Me digo radical
porque desesperadamente aguardo
el fruto de la lucha.

Poema para la Txivi

A la Txivi
Caminas sobre el filo
de la vida y la libertad,
sobre un viejo disco oxidado,
a 77 revoluciones por minuto:
cristales rotos crepitan bajo tus pasos
y la aguja deja un rastro
de sangre entre los surcos.

La música obsesiva de Robert Wyatt
te mece ahora, y flotas en el sueño,
en un cuadro de Magritte, o de Kandinsky,
y de nuevo, las fuerzas del lado oscuro truquen
de matinada, e irrumpen en el sueño:
¡¡¡POLICÍA, POLICÍA, POLICÍA!!!, gritan,
como gorilas mutantes: coreografía
de videojuego, las armas te apuntan con el láser.

Y la pesadilla se prolonga, mientras desciendes,
por túneles oscuros, en el sueño,
junto a José Carlos, Juan José, Yolanda y Xabier
(los llamados «Cinco de Sabadell»),
acusados de enaltecimiento del terrorismo
y pertenencia a banda armada, te dice,
el funcionario; le dice, a Joseph K, en el sueño.

Desciendes por túneles oscuros, sinuosas galerías
(súbitos, metálicos portazos,
la cadencia de la pálida luz,
el eco mortecino de los pasos),
y eres arrojada, en régimen FIES,
a un angosto calabozo de paredes
viscosas y palpitantes. Uno. Dos. Tres...
Ciento veintitrés días.

Y de nuevo, emerges a la vida,
con renovadas fuerzas, con renovada ilusión:
la Idea viaja roja por las venas, e ilumina,
en la negra oscuridad. Y ahora,
la Txivi es una antorcha, la Txivi es una bengala
que vibra, en el tejado de una okupa,
y en todos se derrama, con su luz…

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