En la sala de espera
Permanezcan a la espera, todas nuestras líneas se encuentran
ocupadas.
En la sala de espera, todos desesperan, esperando.
Los parados, un trabajo. De lo que sea, por lo que sea, como sea.
Los currelas, el salario. ¿Otro mes sin cobrar? Esto no hay quien lo
soporte.
Los funcionarios, el retiro. Me haré un plan de pensiones, por si
acaso.
Los enfermos, una cama, una prótesis, una lista de espera, una
ambulancia.
Permanezcan a la espera, todas nuestras líneas se encuentran
ocupadas.
En la sala de espera, todos desesperan, esperando.
Los pensionistas, un aumento. Para ir al pueblo de al lado, mejor me
olvido del Imserso.
Los jóvenes, un trabajo en el extranjero. He de mejorar mi inglés,
para que me hagan el griego.
Permanezcan a la espera, todas nuestras líneas se encuentran
ocupadas.
En la sala de espera, todos desesperan, esperando.
Los propietarios, los tiempos de bonanza. Verás como todo se
arregla, en cuanto vuelva a fluir el crédito.
Los obreros de derechas, los tiempos de Franco. Al menos, había
trabajo.
Los imbéciles, una nueva edición de Gran Hermano. Si no, ¿de qué
hablamos?
Permanezcan a la espera, todas nuestras líneas se encuentran
ocupadas.
En la sala de espera, todos desesperan, esperando.
Los cristianos, la resurrección de la carne. Aceptemos lo que venga.
En la otra vida habrá una recompensa.
Los catalanes, la Independencia. Lógico, aquí se prefiere, a
Faulkner, Kafka.
Los dependientes, la ayuda a la dependencia. Sin ella, no nos llega
para la hipoteca.
Permanezcan a la espera, todas nuestras líneas se encuentran
ocupadas.
En la sala de espera, todos desesperan, esperando.
Los cadáveres en las cunetas, a ser desenterrados. Relegadnos al
olvido. Pero la injusticia y el oprobio que segaron nuestras vidas
corroen también vuestros huesos, y como nosotros, seguiréis
atrapados en el bucle interminable del mismo viejo disco rayado...
Permanezcan a la espera, todas nuestras líneas se encuentran
ocupadas.
En la sala de espera, todos desesperan, esperando.
Entre las últimas filas se encuentra también la Penélope, de
Serrat, con su bolso de piel marrón, sus zapatos de tacón, y su
vestido de domingo. ¿Ha llegado, para mí, alguna carta?, le
pregunta el coronel. Y por último, el fantasma de un marino
soviético emite un dramático cablegrama: Por favor, el aire se
agota, en el submarino…
Permanezcan a la espera, todas nuestras líneas se encuentran
ocupadas.
Permanezcan
a la espera, todas nuestras líneas se encuentran ocupadas.
Permanezcan
a la espera, todas nuestut-tut-tut-tut-tut-tut-tut-tut-tut...
En la sala de espera, by José Icaria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
Barcelona expira
Para Manel Gonzalez, cuya experiencia en el Raval fue reconocida como «violencia inmobiliaria» por primera vez.
Barcelona expira.
Barcelona, la vieja Barcino, estimada Rosa de Foc. Barcelona,
la sangre de un pueblo instruido que un día, tomó del montón.
Barcelona expira.
Barcelona, sumida en una noche interminable, culmina en el gran
castillo de fuegos artificiales de los Juegos Olímpicos de Barcelona
92,
con Freddy Mercury y Montserrat Caballé (ese viejo mamut del
Pleistoceno, cuyos huesos se han descubierto en Suiza y en Andorra),
y los Manolos, y Peret,
cantando Barceloooooonaaaaaaa, all my loving, Barcelona es poderosa,
nainonainonai.
Barcelona expira.
Y el Tripartit y Ciu pusieron guapa a Barcelona, echando a la gente
de sus barrios, especulando con cada palmo de terreno, con cada
brizna de hierba,
dejando morir de pena a los ancianos, exterminando la vida en aras
del asfalto, el cemento y la tochana.
Barcelona expira.
El Hotel Raval, el Forat de la Vergonya, los asesinatos de la
Rue Robadors, el Fòrum de les Cultures, el Hotel Vela,
y, por supuesto, la gran polla de purpurina de la Torre Agbar.
Barcelona expira.
Por favor, sígame, sé lo que necesita, puedo proporcionarle la
mejor compañía, después de una dura jornada en el Mobile World
Congress.
Pero, si usted es un jeque árabe, podemos convertir el CCCB en un
jacuzzi, para que repose tranquilamente con sus concubinas.
Barcelona expira.
Barcelona, la botiga més gran del món (con descuentos del 3,
el 5 y hasta el 10%), hoteles y un eterno tsunami de guiris, cerveza
y vómito nocturno, puntualmente digerido por la diligente maquinaria
de Barcelona Neta.
Barcelona expira.
Barcelona, un ejército de centuriones (antiguos pistoleros al
servicio de la patronal), una boa constrictor, que oprime a los
pobres,
y asciende, sinuosa, hacia los barrios altos, donde exhibe el lujo
acumulado en sus brillantes escamas, junto al frío desdén de sus
ojos reptilianos...
Barcelona expira.
Pero la riqueza nunca duerme
tranquila. Sabe que, bajo la ciudad, palpitan los restos de un
antiguo volcán, y que qualsevol
nit pot sortir el sol
del mundo nuevo que aún brilla en nuestros corazones.
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