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II

En la sala de espera


Permanezcan a la espera, todas nuestras líneas se encuentran ocupadas.
En la sala de espera, todos desesperan, esperando.

Los parados, un trabajo. De lo que sea, por lo que sea, como sea.
Los currelas, el salario. ¿Otro mes sin cobrar? Esto no hay quien lo soporte.
Los funcionarios, el retiro. Me haré un plan de pensiones, por si acaso.
Los enfermos, una cama, una prótesis, una lista de espera, una ambulancia.

Permanezcan a la espera, todas nuestras líneas se encuentran ocupadas.
En la sala de espera, todos desesperan, esperando.

Los pensionistas, un aumento. Para ir al pueblo de al lado, mejor me olvido del Imserso.
Los jóvenes, un trabajo en el extranjero. He de mejorar mi inglés, para que me hagan el griego.

Permanezcan a la espera, todas nuestras líneas se encuentran ocupadas.
En la sala de espera, todos desesperan, esperando.

Los propietarios, los tiempos de bonanza. Verás como todo se arregla, en cuanto vuelva a fluir el crédito.
Los obreros de derechas, los tiempos de Franco. Al menos, había trabajo.
Los imbéciles, una nueva edición de Gran Hermano. Si no, ¿de qué hablamos?

Permanezcan a la espera, todas nuestras líneas se encuentran ocupadas.
En la sala de espera, todos desesperan, esperando.

Los cristianos, la resurrección de la carne. Aceptemos lo que venga. En la otra vida habrá una recompensa.
Los catalanes, la Independencia. Lógico, aquí se prefiere, a Faulkner, Kafka.
Los dependientes, la ayuda a la dependencia. Sin ella, no nos llega para la hipoteca.

Permanezcan a la espera, todas nuestras líneas se encuentran ocupadas.
En la sala de espera, todos desesperan, esperando.

Los cadáveres en las cunetas, a ser desenterrados. Relegadnos al olvido. Pero la injusticia y el oprobio que segaron nuestras vidas corroen también vuestros huesos, y como nosotros, seguiréis atrapados en el bucle interminable del mismo viejo disco rayado...

Permanezcan a la espera, todas nuestras líneas se encuentran ocupadas.
En la sala de espera, todos desesperan, esperando.

Entre las últimas filas se encuentra también la Penélope, de Serrat, con su bolso de piel marrón, sus zapatos de tacón, y su vestido de domingo. ¿Ha llegado, para mí, alguna carta?, le pregunta el coronel. Y por último, el fantasma de un marino soviético emite un dramático cablegrama: Por favor, el aire se agota, en el submarino…

Permanezcan a la espera, todas nuestras líneas se encuentran ocupadas.
Permanezcan a la espera, todas nuestras líneas se encuentran ocupadas.
Permanezcan a la espera, todas nuestut-tut-tut-tut-tut-tut-tut-tut-tut...

Barcelona expira

Para Manel Gonzalez, cuya experiencia en el Raval fue reconocida como «violencia inmobiliaria» por primera vez.
Barcelona expira.

Barcelona, la vieja Barcino, estimada Rosa de Foc. Barcelona, la sangre de un pueblo instruido que un día, tomó del montón.

Barcelona expira.

Barcelona, sumida en una noche interminable, culmina en el gran castillo de fuegos artificiales de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92,

con Freddy Mercury y Montserrat Caballé (ese viejo mamut del Pleistoceno, cuyos huesos se han descubierto en Suiza y en Andorra), y los Manolos, y Peret,

cantando Barceloooooonaaaaaaa, all my loving, Barcelona es poderosa, nainonainonai.

Barcelona expira.

Y el Tripartit y Ciu pusieron guapa a Barcelona, echando a la gente de sus barrios, especulando con cada palmo de terreno, con cada brizna de hierba,

dejando morir de pena a los ancianos, exterminando la vida en aras del asfalto, el cemento y la tochana.

Barcelona expira.

El Hotel Raval, el Forat de la Vergonya, los asesinatos de la Rue Robadors, el Fòrum de les Cultures, el Hotel Vela, y, por supuesto, la gran polla de purpurina de la Torre Agbar.

Barcelona expira.

Por favor, sígame, sé lo que necesita, puedo proporcionarle la mejor compañía, después de una dura jornada en el Mobile World Congress.

Pero, si usted es un jeque árabe, podemos convertir el CCCB en un jacuzzi, para que repose tranquilamente con sus concubinas.

Barcelona expira.

Barcelona, la botiga més gran del món (con descuentos del 3, el 5 y hasta el 10%), hoteles y un eterno tsunami de guiris, cerveza y vómito nocturno, puntualmente digerido por la diligente maquinaria de Barcelona Neta.

Barcelona expira.

Barcelona, un ejército de centuriones (antiguos pistoleros al servicio de la patronal), una boa constrictor, que oprime a los pobres,

y asciende, sinuosa, hacia los barrios altos, donde exhibe el lujo acumulado en sus brillantes escamas, junto al frío desdén de sus ojos reptilianos...

Barcelona expira.

Pero la riqueza nunca duerme tranquila. Sabe que, bajo la ciudad, palpitan los restos de un antiguo volcán, y que qualsevol nit pot sortir el sol del mundo nuevo que aún brilla en nuestros corazones.



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