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IV

Un poeta arde en el facebook

¿La potente afición por las imágenes no se alimentará de una turbia oposición frente al saber?"
Walter Benjamin
Un poeta se quema a lo bonzo en el facebook.
Ha incendiado su estado. Se retransmite en directo.

Ha adoptado la posición del loto.
Se ha cubierto la boca y los oídos. Se ha tapado los ojos.

Un poeta, en el facebook, arde en directo.
Decenas de voluntarios vierten cubos repletos de “Me gusta”.

El humo se extiende ya a otros estados:
los selfies aguantan como pueden, con lágrimas en los ojos;
las fotos del perfil se hacen enmarcar con trapos mojados.

El poeta sigue ardiendo en el facebook.
Los bomberos, desconcertados, han reaccionado con un “Me gusta” a la cremación, que ha sido “Me enfada” luego y “Me sorprende”, después.
Recomiendan, encarecidamente, no compartir, para evitar así que el fuego se extienda a otros estados.

El poeta sigue ardiendo en el facebook.
En un estado más arriba, alguien tiene un mal día, y necesita consuelo…
En otro, alguien habla de la policía; en otro, del gobierno; en otros muchos, de sí mismos; y todavía en algunos, de la entera humanidad.

El poeta, aún, sigue ardiendo en el facebook.
Sentado, en la posición del loto, sobre haces de palabras resecas que, ahora sí, cumplirán su cometido.

«Hay que ver lo que hacen algunos para llamar la atención». El comentario obtiene tres me gusta, Dos me alegra. Un enfado.

El poeta apenas humea ya en el facebook.
Su estado ha sido reducido a cenizas.

La imprudente acción –han dicho en las noticias‒ ha causado daños de cierta consideración. Pero, afortunadamente, no se han producido otras víctimas…
Algunos aseguran ver al poeta, en el vídeo, encender un fugaz cigarrillo.

Tal vez su broma postrera…
 



Qué es poesía

Un salto que consuma el espacio / donde debería terminar.
Roberto Juarroz
La verdadera poesía es de un blanco puro,
decididamente sobreexpuesto o, por el contrario,
dramáticamente oscura. Podría ser monocroma
o ajustada a una cierta gama de colores.
Y, por qué no, una rutilante feria de neón,
contra el cielo azul tungsteno de la noche.

La no poesía es incolora. O de tonos pastel.

La verdadera poesía sabe a pan caliente ‒recién horneado– con aceite,
a vino blanco, a orujo, al chocolate con churros de la infancia,
la poesía sabe, ¿lo recuerdas?, como cada primer beso.

La no poesía es insabora. O sabe a palomitas de multicine.

La verdadera poesía suena como el canto de los pájaros, tras la lluvia,
como el dodecafónico ensayo de la orquesta,
como el silencio ensimismado de Miles Davis...

La no poesía es monocorde. O un éxito de Kiss Fm.

La poesía huele como el campo en primavera,
como el cuero nuevo o el café recién hecho,
como un ascensor impregnado en su perfume favorito,
y te sientes sin fuerza para pulsar ningún botón…
Pero, de repente, los presionas todos, decidido a pasar
(mientras se cierran las puertas) la postrera noche juntos.

La no poesía es inodora. O huele a pelusilla del ombligo de una infanta.

La verdadera poesía tiene los senos y el culo alto,
sabe distinguir un melón maduro magreándolo en la base.
La poesía eriza inopinadamente la piel, como un húmedo beso en el cuello.

La no poesía es lisa y blanda, como las tripas de un sofá.

La verdadera poesía se mueve como las olas,
gira en círculo (o en espiral) por el espacio infinito,
y baila siempre el tango, con geométrica y cortante precisión.

La no poesía camina como Chiquito de la Calzada.

La verdadera poesía se ajusta a las proporciones de la perspectiva áurea,
es bella y es fea,
a veces una beldad, a veces una carroña,
a veces, ni siquiera tiene forma.
Poesía eres tú cuando eres tú, o mejor, un autre.

La no poesía escribe siempre en papel pautado.

La poesía te despierta en medio de la noche,
y hará que te resfríes persiguiendo el inaprensible It, de Jack Kerouack.

La no poesía también.

Y ahora, si aceptáis un consejo, cortejad la no poesía.
La poesía es demasiado altiva y apenas baila con nadie.
Cuenta un amigo que una vez la vio bañarse, bajo el claro de luna, en el río.
Parecía un trémulo árbol en otoño, incendiado al sol del mediodía.
Mi amigo se quedó ciego en el acto y, desde entonces, toca el piano en un bar,
donde cada noche, sus dedos corren al encuentro del sinuoso y centelleante
fulgor carnal, y las parejas se mueven, como olas, en la pista,
y giran, como cuerpos celestes en el espacio,
y se besan en la calle, contra el cielo azul tungsteno de la noche,
y se palpan, con dedos expertos,
y vuelan a sus casas, donde hacen el amor,
y arden, trémulos y enervados,
como árboles en otoño incendiados al sol del mediodía.
¿Y aún preguntas que es poesía?

Poesía es ser Uno con la vida.



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